A lo largo del día, emitimos energía al entorno y a su vez absorbemos energía de regreso. Nuestros pensamientos, cuerpos y esencia están formados por energía, la cual oscila y puede ser percibida por otros. Esas oscilaciones se reflejan en nuestro interior e influyen en nuestras propias fuentes de energía.
Por eso, en presencia de ciertas personas podemos sentir calidez, serenidad y alegría, mientras que con otras experimentamos frialdad, inquietud o tristeza. Llevamos esa energía con nosotros, y no solo nos influye, sino que también impacta a quienes nos rodean. La energía positiva fortalece nuestro bienestar, disipa la ansiedad y mejora la comunicación, mientras que la negativa genera discordia, tensión y resentimiento. Tu meta debe ser atraer lo bueno y apartar lo perjudicial.
Para lograrlo, es esencial elevar tu nivel de energía y sintonizarte con vibraciones positivas. Es más fácil de lo que parece. Pon en práctica estas nueve claves diarias para ajustar tu frecuencia interna y permitir que la energía positiva fluya hacia ti.
No puedes esperar recibir buena energía si constantemente emanas negatividad. Reflexiona sobre el tipo de vibraciones que transmites cuando interactúas con los demás. ¿Irradias tranquilidad, optimismo y alegría? ¿O tu presencia está marcada por el pesimismo y la apatía?
La negatividad puede afectar tus relaciones, a veces de manera imperceptible. La actitud con la que te acercas a las personas suele reflejarse en la forma en que te responden. ¿Qué impresión dejas en los demás?
Si las personas se sienten atraídas por tu compañía y buscan tu presencia, es señal de que estás proyectando energía positiva. En cambio, si te evitan o rechazan tu ayuda, es posible que te encuentres atrapado en una vibración más baja y negativa. Dirige tu enfoque hacia lo positivo y transforma tu energía.
Mis mejores deseos , David Quiza